Friday, October 10, 2008
Monday, October 06, 2008
el sector mas apagado de la plaza
tienes que exterminarme
poner unas cucharadas de Tanax en mi sopa
llámame tu futuro querido reventado de una bala
no tan perdida en la sien
maldita Guillermina Tell
tu quieres ser otra mujer
merengue
Tení que hacer unos cuantos sapitos y lagartijas
porque te estás moviendo como Robocop
no te podí ni agachar, cabrito
agarro el cucharón y vacío la sopa etílica de chirimoya en la caña
la tía /bien la madre o la suegra/ estaba celosa
se puso con los tragos el ponche la mechada las coca-cola el ceviche vegetal y un colchón de dos plazas y media listo para inaugurar en una pieza del segundo piso.
Un museo interfecto de peluches rosados y televisores.
[probablemente la guarida de infancia de la novia]
Cae llovizna y remueve el barniz de mierda de perro y champagne en las baldosas
botellas descorchadas y dejadas hasta la mitad, vino regado entre los surcos de la pista improvisada de baile como ríos de sangre o algún augurio funesto
terminará por arrastrar a los diminutos novios de plástico a ese abismo doméstico del patio trasero, mirado desde la cúspide del queque de tres pisos, no menos abismante por encontrarse entre una jaula de pájaros, quitasoles y la asadera
como en november rain pero en september
foggy september
la quietud del alba impertubable
algo no está bien.
Una gotera sostenida en la cocina de mañana el merengue inmolado los ronquidos de la querida del chef duerme en el sofá desnudo cubierto con una sábana dorada y brazos velludos
Tiempo de vals
La tía sigue al compás solitario de su espectro a los novios de carne y los apunta con su cámara fotográfica y luego con la cámara de la prima del mejor amigo de la sobrinita tímida de la familia rara del padre. El vals de los pobres no es un vals sino una balada hispana romanticona que sentencia el tiempo de algo serio. Un compromiso. Una y otra vez la tía ordena rebobinar el cassette y hace del novio un vedetto en una despedida tardía de solteronas. El se compromete con la totalidad viuda del clan, remeciendo –no sin gracia- las caderas mustias de las invitadas en la pista fúnebre; el contrato firmado con gotas de sudor. Bacila cansado, oh buen tipo de guayabera púrpura y ninguna idea, las veces que sea necesario para complacer a esos insectos insaciables.
asustado en medio de niños jugando a la escondida
¿dónde está?
el mordisco depredador de la suegra en el bizcocho nupcial
chismosean, gritan, ladran
el novio asustado
en la nocturnidad
los caracoles se desconchan y se convierten en babosas
se despojan de su aparato elegante
al amanecer buscan cualquier concha
se meten inconcientes en la de su madre
celosa y ausente
en la noche las cosas pasan
el veneno de los sapos
los insectos reflectantes
los olores depredados las carnadas
y los volantes a ras del musgo