para tu
Deja que se vaya, que atraviese la muralla que se pierda pilucha en la playa
Y que amanezca otra vez
Fuera del peligro letal de su saliva y su mascada y su rabia
Extirpa ese apéndice que se agarra de las bolas y de los codos y chupa
Bolsa de carne a cuestas y nos cambiamos de madriguera
Tu ves a los lejos a los camaradas histéricos orbitando en posas de ectoplasma y jugos que deja al pasar, como insectos concientes, adictos a su néctar infértil.
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