Sunday, January 08, 2006

mantequilla & chocolate

Mi papá es pimp, el paga por todo esto. Yo por mi parte atiendo alguno que otro de sus negocios.

Tu aliento está fatal.

Música de mañana.

No puedo creer que estemos aquí.

El cojín quedo mitad rojo mitad (color original).

Tu pelo tambien.

El departamento esta como la mierda, absolutamente nada en su lugar.

Se abalanzó con el hocico desafiante, ovalado, notoriamente humectado. Borracha hasta la uretra, con los ojos entrecerrados, como si cada movimiento fuese un tropiezo. Agarrome del pelo y de una oreja.

Lo siento, no puedo. He sido marginado previamente del sector disponible para desenvolverme en un compromiso serio.

Los chascones tienen suerte con las minas - El guatón punk, que minutos antes la había invitado a un completo, jugando estrategicamente su última carta, fallida por cierto, mira con desconzuelo. Irritado. Se acaba el pitcher en un sorbo despechado.

Mi acento es texano, de Huston para ser más precisos. Una gringa me contrató para que le montara una abuela-zombie saliendo súbita de una tumba burguesa en el cementerio general.
Quedo marimacha la vieja, porque ocupamos al crane. No gozábamos de un presupuesto contundente. De tanta chachara por si le poníamos más sangre al engendro o no, para camuflarle algunos rasgos demaciado varoniles, se me fue pegando la fonetica. No chorreamos lo suficiente en la escena y la gringa se puso idiota. Le dije que la cosa no era na` hemorragia post-parto y hasta ahí llegó la amistad. Y tu acento. No alcanzo a descifrar de dónde es.

Se van. Oye pero intercambiemos telefonos. Quien sabe, nos vayamos a necesitar más adelante. Además no está todo dicho. O sí? No somos na` putas para que nos despachen apenas nos salimos del catre.

El Taxi.
El olor a vino blanco con helado de piña se repite incansable. Me transporta una hora o dos atrás y revivo en instantes apurados la desaparición de mi fono celular. Lo busco una vez más, con resultados predecibles. Miro por el retrivisor a nuestras acompañantes risueñas, tambaleantes, acaloradas. No. En que momento. Noto que mi compadre le corre mano a la del medio, pienso un poco resignado que la de la ventana no está mal.
Derepente en el pussycat. La negra fosforecente vestida de enfermera. Era la más rancia, definitivamente. Así que se esforzaba el doble, haciendo piruetas en el poste que ninguna de las otras pinturitas, revalzando un pudor irrisorio, medias acomplejadas, haría. Cuando bajó del escenario, despues de performar un medley de Deep Purple, caminó directo hacía mí. Notó a la distancia mi regosijo púber-pornófilo y sabía que no resistiría sus encantos profesionales ni la lencería blanca, mínimal, ni los taco alto que la elevaban una cabeza sobre mi. Me había calentado, es cierto, pero ya muchos habían degustado sus partes hace un rato. De pronto unos celos improcedentes, confabulados con cerveza y porros, nublaron mi conciencia, la mire con desprecio. La aleje un par de pasos, distancia necesaria para abofetearla. Cuando de imprevisto una de las putas, la que servía los tragos, corrió hacía una cortina/puerta entre el escenario y el expendio alcohólico gritando como si el edificio se ahogara en llamas `El hermano de la Golden Jenny!, el hermano de la Golden Jenny!`. Se armó una batahola. Nadie entendía nada, salvo las putas bailarinas, las putas cigarreras y hasta la puta cajera, que imitando a la puta que desató la histeria, corrieron a guardarse trás la cortina.
La música siguió. Algo lento de Roxette. El caos ocacionado por la estampida de taco altos se reordenó. Mi fono ya no estaba en el bolsillo.

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