Thursday, November 27, 2008

inri (viene)

La última reunión en un templo sectario en las afueras de la ciudad, en la cual se decide el destino de los feligreses. Suicidio colectivo. La charla en el templo. La gente asustada, abraza a los niños. Llora e implora salvación al techo recién pintado.


Se preparan por otro lado los teocráticos terroristas. Armando explosivos para un atentado en el metro. Tentando la inestabilidad de la nitroglicerina y otros componentes.
El circo decadente de los gobernantes (que no han huido) y los medios en vías de extinción. Como animales encerrados en el zoológico tercermundista haciendo piruetas – mitad podridos por el calor- para recibir maníes y fruta del público indiferente y escaso. Domingo letárgico, calles vacías, porque la gente se amontona en los supermercados para comprar pan. Y verse las caras domingueras. Las verdaderas, las indisolubles expresiones de soledad y hastío. Se visten especialmente. Se peinan especialmente. Parcialmente libres.

El cielo es gris y pareciera estar en movimiento constante. O al menos sus partes compuestas de cenizas elevándose y moviéndose sinusoides entre esqueletos de árboles y autos en el radio impreciso de ese infierno tranquilo. Todos aguantan la respiración.

Y sostienen una mirada perdida en el horizonte equivocado. 

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