Monday, August 25, 2008

maybe not

Ésta es nuestra última noche, no te demores mucho.

Despierto con el sol recalcitrante del invierno poluto calentándome la cara y los pies y las sábanas. Me revuelco en la cama como si fuera lodo. Y como siempre esos recuerdos vagos de los sueños son inversamente proporcionales al resto del día en relativa lucidez. O son un arquetipo en negativo, una aproximación grotesca y cinética de la quietud. Me conformaré con eso.
Ejecuto la rutina de los 60 abdominales y las 20 lagartijas mirando en fragmentos un cuadro expresionista de edificios como matorrales rectangulares sostenidos por el puño divino de un titán mal pagado. El tronco podrido de nuestra civilización. Las raíces han sido discriminadas por el artista debido a falta de información. El techo, el árbol siniestro y solo, el techo. El árbol. Rodillas, pijamas, panza, ombligo,
Rasuro como si me mirara en un espejo roto. El día comienza, de alguna forma. Cepillo los dientes y las encías. Escupo sangre y pasta espumosa. En el espejo ese auto retrato estricto y extraviado dice que no. Mala idea. No, no, no.
Vueltas irregulares como moscas flotando en nubes insecticidas. Y cayendo rígidas entre calcetines, polvo y pelusas.
En el vacío silencioso nos tomamos de las manos y no nos dejamos ir.
Cinturones elásticos amarrados en la cama y sosteniéndonos los pantalones donde quiera que vayamos. Un pic nic improvisado en cementerios, en las faldas sosiegas y clandestinas del San Cristóbal. Entre cantinas, moteles, casonas deshabitadas, hospitales y manicomios. Pronto volveremos. Antes del crepúsculo irreversible.
Café
5 Cigarrillos
Adiós incierto
con un beso escueto romántico para viejos y la desaparición brumosa entre la multitud de las esquinas.

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