Monday, November 20, 2006

falsa lectura

Encontraba a Bukowski un tipo tierno. Condenaba sus páginas con pena y una sonrisa oblicua que se atravieza generalmente al observar un nino sin ninguna intención de evolucionar, jugando con fósforos; un tipo perdido en la amabilidad del escondite, pendiente de la televisión e historias ajenas que clausuran sus espectativas, enterradas prematuramente bajo el cactario su madre.. Ahora es sustituido por el galán jovensillo y espacial de rigor.
Omite criterios tan intachables como la temporalidad, complejiza. En el sentido de creer entender los delirios bukowskianos, sus desavenencias, su sicología aturdida, su hipersexulidad, su caracter grotesco, alcóholico, sus fantasías precarias, su facilidad para cagarse en todos y en él mismo. Otorgándole despiadadamente la clasificación de caprichoso, de adulto taimado y nino frustrado.

Condena a los habitantes de la no-ficción, sus antagonistas, esparcidos por nuestra superficie como plaga, sin contención, insanos, y limpian sus fecas con mis cuadernos, haciéndoles tributo al mismo tiempo. Envuélvase cobarde en grandeza.
Nada es verdad, todo está permitido.
Todo es verdad, todo está permitido.

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