Wednesday, May 24, 2006

planeando su propio escape

Puedo decir que me he encontrado aturdido e hiperventilando a menudo dos veces.

Cubierto de tubos, zueros y una mezcla de glóbulos que definitivamente da asco.


Y no le dije nada antes, porque sabía que indagaría y sometería a la doncella en cuestión de segundos a una interrogación que la haría revelar, sin muchas alternativas, sus sentimientos hacía este tipo cínico que apuñala de a poco, apareciendo detrás de la cortina putona en medio del acto y escondiéndose nuevamente con el cuchillo chorreante.


Se encogía y su voz se ahogaba en burbujas de saliva. Miraba el piso, y parecía que se iba a echar a llorar.
Desde su posición indigna, acurrucado en su tristeza, se abalanzó primero hacía mí con los brazos extendidos, buscando mi boca con la suya desfigurada.

Le dí un par de palmadas sinceras en la espalda, lo que pareció reanimarlo. Se incorporó y esta vez se arrojó con impulso duplicado sobre mi camarada espantado; que de un aletazo lo envió de bruces al suelo. Lo echaron en seguida.
La indagación socio-cultural tiene un límite, discutimos después con mi compadre. Un límite en el espacio burgués. Inviolable. Porque la verdad es que no somos unos jipis inconcientes que cojerían a un chancho infectado en un barrial; y es que vivimos un poco asqueados. Pero más que nada de nosotros mismos.


Eres un materialista, estoy seguro que vienes a casa sólo por el café.

Se reía, tímida, mordiéndose los labios; viéndome como un príncipe sentado en un trono inodoro. Con la verga erguida, esperándola a que se sentara sobre ella.

Habíamos organizado una tarde retrospectiva sobre películas de la infancia y la exploración temprana de nuestra sexualidad. Yo había elegido Mad Max por la aparición de Tina Turner y el bikini ultra fetiche de Leia en la segunda parte de Star Wars; era una de las prendas más diminuta, ajustada y bien decorada que había visto antes de la difusión masiva de porno en la escuela, a cargo del gran cafiche Jarufe, que partió con su negocio transando fotos de su hermana en la ducha por juegos de nintendo.

Fumaba, cruzando los pasillos y neblina de su casa en llamas.

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