Tuesday, May 16, 2006

hangar

El punk, y su contexto subterráneo, no habían sido nunca tan abúlicos, quizás amenazados por el mainstreem neoliberal, dónde cualquier tipo de mezcla y posterior etiqueta son válidas. Recuerdo ver a las grupies sentadas en un sofá con cara de autopsia. Se dormían en los coros en vez de parafrasearlos y no despertaban a menos que algún extraño les ofreciera un toque de cualquier sustancia somnífera. Luego ignoraban gran parte de la noche, desmotivadas, acostumbradas a la distorsión, a los viejos chichas que extendieron desmezuradamente sus pubertades y el ocio que uno puede aprovechar cuando no hay preocupaciones a la vista. Y si las hay, se olvidan a propósito, siendo reemplazadas por una lucha ciega, contra el capital repartido entre pocos, las clases explotadoras, contra los que vomitan dióxido de carbono, los traidores, lo que golpean a las mujeres, la policia nazi desinformada, los políticos racistas, los inmigrantes ladrones y sus culturas primitivas.
Sus amantes son los químicos, no los guitarristas espirituales.

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