jones
es así como nunca deje de preguntarme por qué me habías liquidado. Esa noche horrible, absurda. Al frente de tu casa, sentados en las alcantarillas, cerca del rio. Y la vecina de ochenta años que luego me regalo un San Camilo para que me protegiera, y lloramos, le regale 11 tipos de soledad y todos se burlaron de nosotros, porque estabamos violando lo único que teníamos, que compartíamos. Y el pescado congelado y cuando llamaba a los pacos por el ruido. Pacos y la concha de sus madres. Volvían y amenazaban y se taimaban por el portazo estridente. los gritos, los golpes, los te amo, los no te vayas, los hijoputa, la aspiradora encrustada en la pared, plantas flageladas, discos de bossa fragmentados y ese tipo menudo y miope espiando todo desde su despacho en el primer piso. Las historias de Cauquenes y de cómo se comía y se bailaba, de las ganas flotando en alcohol y juventud, esa sordera acaso voluntaria. Fuí un Jockey y tuve a muchas, pero la maldita sordera. No eres un superser, no eres un superser, no eres un superser. y si crees que lo eres, vas a asegurarte largas tardes en una silla que rechina con cada minúsculo movimiento de tu trasero frente a un escritorio gris y monótono, hasta que te contagies de algo y tu mujer (que sólo dios y su madre se enteraron de lo asimétrica que era) se vaya con el taxista de dos casas más alla.
Golpeaban la puerta y nos daba lo mismo. La vieja esquizofrénica del piso nueve y sus manifestaciones a golpe de cacerolas por todos los pasillos. Nadie te robó las llaves de tu casa ni las cucharas del té, déjanos dormir. Y nos fumamos un porro y esta vez llamamos nosotros a los pacos y casi nos cagamos. Otras veces tocaba el repartidos de pizza y nos poníamos serios y los espiábamos un momento por el ojete de la puerta. Armábamos una pequeña escena de escándalos y celos, se nos perdieron los cupones y el tipo ponía una cara de pobres imbéciles vayan a hacerle show a la puta que los parió.
La verdad es que nadie se reía de nuestros montajes improvizados para la risa. Nos envidiaban. Y es que teníamos esa capacidad infantil de despegarnos majadera y absolutamente de la realidad. Y nos cortaban la luz la mayoría de las veces y acumulábamos los periódicos sin leerlos. El protagonismo fue nuestro y lo aprovechamos demaciado.
y esa mudez cuando escuchamos a Cannonball Adderly, con los ojos cerrados y la lavadora haciendo lo suyo. El sofá y horas de metraje hiperactivo. Las estadisticas nunca nos condenaron.
y el último pedazo de papel que te escribí. En la ventana del bus cuando me devolvía a Santiago, luego de muchos ensayos: te deseo. Y la puta poesia no se escapa de esto.
Golpeaban la puerta y nos daba lo mismo. La vieja esquizofrénica del piso nueve y sus manifestaciones a golpe de cacerolas por todos los pasillos. Nadie te robó las llaves de tu casa ni las cucharas del té, déjanos dormir. Y nos fumamos un porro y esta vez llamamos nosotros a los pacos y casi nos cagamos. Otras veces tocaba el repartidos de pizza y nos poníamos serios y los espiábamos un momento por el ojete de la puerta. Armábamos una pequeña escena de escándalos y celos, se nos perdieron los cupones y el tipo ponía una cara de pobres imbéciles vayan a hacerle show a la puta que los parió.
La verdad es que nadie se reía de nuestros montajes improvizados para la risa. Nos envidiaban. Y es que teníamos esa capacidad infantil de despegarnos majadera y absolutamente de la realidad. Y nos cortaban la luz la mayoría de las veces y acumulábamos los periódicos sin leerlos. El protagonismo fue nuestro y lo aprovechamos demaciado.
y esa mudez cuando escuchamos a Cannonball Adderly, con los ojos cerrados y la lavadora haciendo lo suyo. El sofá y horas de metraje hiperactivo. Las estadisticas nunca nos condenaron.
y el último pedazo de papel que te escribí. En la ventana del bus cuando me devolvía a Santiago, luego de muchos ensayos: te deseo. Y la puta poesia no se escapa de esto.
1 Comments:
fucker
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