Saturday, August 27, 2005

hijo de puta


Siempre me atrajo la prostitución. No como un acontecimiento social ni como una atrofiada alternativa sexual. Me agrada su estética. Su suciedad. Su oscuridad. Los contrastes del género desinteresado. La saliva seca, complaciente. Esos cuerpos que no sienten, que están entrenados para no sentir. Polaroid… Los fotografío en su cinismo. Los exploro y son fáciles. No creen en los límites, se exhiben y esperan rigurosos la recompensa. Tiemblan sin moverse y sus ojos los delatan, por fuertes que intenten parecer permanecen abiertos y curiosos. Cuando los follas no te estas infectando con el virus decrépito vigente, te estas infectando con su angustia, con su inocencia, con el sabor a tequila en sus labios. Son cuerpos exquisitos. Plásticamente modelados para la experimentación de un placer matemático, auténtico, si me permiten la anécdota.

Aló? Hade? – luego de revisar la sección clasificados calientes en el periódico.

No, mi amor, hablas con la dueña.

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