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Vacaciones: que absurdo tratar de reflejar las epopeyas confortables de los burgueses. Ja ja ja. Primero, serán verosímiles como máximo las tres cuartas partes del relato. Segundo, seguramente hay gente más interesante que ver para tus interlocutores que la secuencia larga y aburrida de ti mismo con fondos histórico lúdicos y una sonrisa de excitación infantil. Si quieres demostrar tácitamente que visitaste aquellos lugares muestra la colilla de tu pasaje, se da por supuesto que te has mamado todos los paisajes imprescindibles del catálogo de la agencia de viajes. Segundo segundo, no vayas a comer al McDonald’s, no es barato y te destruye el organismo. Tercero, los guías siempre te tomarán como a un imbecil ignorante, legado de las travesías naiv de los imperialistas yanquis y otros europeos ansiosos de primitivismo, negando tajantemente cualquier síntoma de modernidad. Prescinde de ellos en la medida de lo posible, prescinde de tus coterráneos y de tus fieles acompañantes. Cuarto, probar carne local. Degustar una charapita, una guajira, una caleña, europeas del este… si no tienes los encantos necesarios, ni la verborrea, ni siquiera el aspecto de un galán internacional, puedes darle algo a cambio a una muchacha para que piense que sí eres todo eso y más dependiendo de tus morlacos y habilidades. Quinto, introducirse en los ghettos de la ciudad, disfrazarse si es necesario, cambiarse el nombre, andar siempre con una mano en el bolsillo, caminar rápido si andas solo, piropear a una señorita, echarle la foca a un viejo, escupir en la calzada de vez en cuando. Soñar despierto, no sacarse los zapatos..